Playa artificial

Como si de un oasis en medio del desierto se tratase, se intentaba de acercar el lejano mar al centro de la península ibérica.

El propietario, un enamorado del mar, que por motivos laborales vivía alejado de él, deseaba un espacio de ocio que le recordase los meses estivales en los arenales caribeños. Para ello, se construyó una piscina de caprichosa forma a  base de hormigón gunitado, impermeabilizado y recubierto mediante un compuesto de arena y fijador, simulando la orilla de una playa.

Una cuidada ambientación vegetal hizo el resto.

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